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Cuidad nuestro Patrimonio


         En pleno siglo XXI, donde, gracias al vertiginoso avance de las comunicaciones, todo parece mucho más cerca, más sencillo de alcanzar, donde apreciar las cosas nos cuesta mucho menos, nos permite descubrir grandes obras de la imaginería procesional y no procesional, y también, desgraciadamente, elementos discordantes que significaré más adelante. El que ya no tengamos que viajar a Tarragona, Cehegín, Úbeda o León, por poner algunos ejemplos, para conocer su imaginería o su idiosincrasia particular, nos otorga, hoy por hoy, a los cofrades, progresar en nuestros conocimientos, por supuesto, en cuanto a lo material  –lo espiritual no deja de ser una tarea ‘de convivencia’, de vivir la Hermandad y la Iglesia en definitiva-. Los cofrades que vivimos este ‘universo cofradiero’ día a día, minuto a minuto, adivinamos, bien ‘in situ’ o por cualquier fotografía que remiten al correo digital, la falta de sensibilidad de los cofrades – y no tan cofrades- al retocar, ‘restaurar’ o ‘limpiar’ las imágenes que componen un privilegiado presente de los grandes de la arquitectura, pintura o escultura –por supuesto imaginería- de todos los tiempos.

         La razón de este pequeño artículo es denunciar uno de los últimos casos –no será el último, seguro- que ha llegado a mis manos. Un buen amigo, de esos que no se le escapa dato alguno ni detalle por insignificante que sea, me comentaba días atrás que la imagen del Arcángel San Miguel de la Iglesia de San Juan de Dios de nuestra capital tenía una ligera modificación en el conjunto de su imagen. Desconociendo si la pieza está siendo restaurada, o ha pasado a ser parte de la muestra que la Hermandad de la Santa Caridad tiene como Museo –aprovecho para los que lo desconozcan, se acerquen a observar las grandes joyas que disponen en el mismo- la diadema o pequeña corona, también auténtica pieza maestra de la orfebrería, que disponía esta talla, ha dejado paso a otra que no merece ni la última de las muñecas del mercado de la juguetería.

       Fotografías: Rafael Rovira 

        

         Todo esto lo he podido contrastar gracias a las fotografías que gentilmente me envía para esta ocasión Rafael Rovira, dónde el lector apreciará lo ‘calamitoso’ de la pieza que sostiene en su sien el Santo Arcángel. Nos parece algo denunciable -¿qué pensará el visitante que vea eso?- a lo cual no me queda más remedio que lanzar la siguiente pregunta: ¿por qué Patrimonio no permite sustituir imágenes de bajísimo nivel artístico, y si concede este tipo de ‘sustituciones’ desacertadas que deja patidifuso a cualquiera que tenga una mínima sensibilidad artística?

 

 

Jesús M. Sánchez Pavón.

 

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