Glorias de Cádiz

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Ntra. Sra. del Poder Divino


        Existen en nuestra ciudad imágenes de María que, por conocidas, son casi desconocidas del devoto y no digamos nada del que simplemente entra en un templo y allí las ve más o menos adornadas y veneradas. En Santiago, templo muy concurrido en Cádiz por su situación y por el número de imágenes veneradas que en él se encuentran, se conserva una imagen de la Virgen advocada como el título de este artículo, que -en tiempos- fue de una especialísima devoción y hoy simplemente venerada por algunos devotos que a lo mejor no saben ni siquiera bajo que advocación se venera. En 1653; se erigió en cuatro suelos comprados a Nicolás Bravo, que costaron doscientos ducados en el lugar denominado del Campo Santo, por estar emplazado el primitivo cementerio de la ciudad, una ermita dedicada al Santo Ángel Custodio, junto a la cual se levantó tiempos después, merced a las gestiones del marqués de Trozifal, el Hospital Real de la Armada, germen de donde la famosísima Facultad de Medicina. Y allí junto al santo titular que no es la imagen actual, magnífica, de Nicolás Fumo, del siglo XVIII, que hace traer de Italia Don Ángel María Necco, que costeó tanto la imagen como el altar, se veneró a la Virgen del Poder Divino, que fue titular de una de las famosas Compañías Espirituales del Santísimo Rosario que fundara Fray Pablo de Cádiz allá en el siglo XVII. Concretamente ésta se funda en 1692, aunque tampoco esta imagen de Ntra. Sra., corresponde, cronológicamente, al siglo XVII, o ha sido -que lo ha sido- muy tocada en el XVIII y, principalmente en el siglo XIX y XX.

        Un siglo después, en 1792, seguía funcionando perfectamente en su templo original y en una relación en la que se detallan los rosarios que salían entonces públicamente se dice: el de Ntra. Sra. del Rosario, de la iglesia de su nombre; el de los Milagros, de Santiago; el de las Angustias, de su capilla; el del Poder Divino, del Hospital del Rey (la ermita del Santo Ángel, era la capilla de este centro); el de Belén, de los Descalzos; el del Sagrario, de San Pablo; el de la Pastora, de su capilla; el del Pilar, de San Lorenzo y el de la Encarnación, de su capilla (la Palma).

    Tanto el Santo Ángel Custodio, como el templo de Santiago, sufren varias reformas en el siglo XIX. A la primera, se le añade el cuerpo actual de tres naves, cuidando el templo primitivo como cabecera del actual y Santiago, se cierra durante varios años todo el tiempo que duran las obras de reforma del antiguo colegio de la Compañía al transformarse éste en Seminario Concilias de San Bartolomé. Tal vez y debido a la reforma que sufre el Santo Ángel, en el siglo pasado, con una reestructuración de capillas e imágenes, por enviar la escultura mariana de la Virgen del Poder Divino al templo de Santiago, pues en 1893, cuando se reabre Santiago de nuevo al culto, se menciona el retorno de dicha imagen aún con cofradía. El templo se bendice después de las obras el día 25 de julio de 1893 por el prelado Don Vicente Calvo y Valero (1884 - 1898) ocupando el altar primero empezando por el crucero del lado de la epístola, que hoy está presidido por la dolorosa Ecce Mater Tua, de la congregación de los Luises, pasando, hace escasos años, la Virgen del Poder Divino, a ocupar un lugar dentro de la capilla de los titulares de la cofradía del Cristo de la Piedad.

        Extinguida por tanto su cofradía coma casi su veneración que antaño fue copìosa como lo demuestran las indulgencias concedidas por varios prelados y el grabado que de la imagen sé hizo en 1798, a devoción y expensas de una hermana de su cofradía, hasta hace unos cuarenta años aproximadamente -ya sin cofradía- aún seguían los jesuitas celebrando su fiesta el día 15 de agosto hasta con el jubileo circular en el templo y la imagen en su capilla perfectamente adornada y con sus mejores galas.

        La iconografía de esta virgen es un tanto complicada y sus símbolos no concurren normalmente en otras representaciones marianas que se veneran en nuestra ciudad. Se presenta la Virgen de pie, sin niño en sus brazos, portando -desde siempre- en su mano derecha una banderola de plata y en la izquierda nada. Su rostro nos recuerda la Virgen del Buen Suceso de San Juan de Dios y la del Rosario de su Parroquia, a las que adscribimos perfectamente en el XVIII ya bajo. Es de candelero y por tanto de vestir, y poseyó un buen vestuario lujosamente bordado en plata como el manto rojo de su festividad. Estos símbolos extraños dan a la imagen una extraña sensación de espera a lo que contribuye su rostro inclinado hacia la izquierda y un gesto entre triste y placentero, pero de una gran serenidad.

        Es realmente la Virgen del Poder Divino, una representación de María que, desde hace unos años, se ha recuperado y aunque no esté ocupando su verdadero retablo, al menos, la tenemos otra vez en el templo de Santiago después de unos largos años sin su presencia entre los fieles.

        Su iconografía, nos parece, encaja muy bien en el romanticismo y su presencia nos trae recuerdos infantiles cuándo llegaba -incluso- a ocupar en algunas ocasiones el camarín central del bello Retablo Mayor.

 

Ángel Mozo Polo

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