Historia de la Semana Santa

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Los Hábitos de los Penitentes


        Siempre que presencio una procesión de Semana Santa, claro está, me sorprende y mucho lo que pensarán personas de fuera de nuestras fronteras cuando vean a los encapuchados penitentes vestidos con sus túnicas  y capas de diversos colores que son los emblemáticos de las cofradías respectivas que durante esos días recorren las calles de la ciudad.        

        A nosotros, lógico, esos atuendos ya no nos extrañan nada pues estamos de sobra acostumbrados a verlos desde nuestra más tierna infancia. Pero aún y de noche y en cofradías que desfilan sin luz, los hábitos si son negros, imponen un gran respeto y a veces nos transportamos a tiempos felizmente fenecidos y nuestra mente se llena de desfiles de tiempos pasados cuando los hermanos de sangre y de luz llenaban las calles y plazas en los desfiles de siglos pasados.

        Para ilustrar un poco cuanto expongo aquí, me voy a referir a los antecedentes de los hábitos de los penitentes y la introducción de los mismos en la antigüedad.

        Cuentan antiguos documentos que el origen data del siglo XIII; que tuvieron lugar en la ciudad italiana de Perusa en 1.260 como resultado de las predicaciones de un ermitaño llamado Rainero sobre los pecados cometidos por el pueblo. El documento que manejamos dice textualmente: "El pueblo al oir las amonestaciones del ermitaño, tomando ejemplo de los Ninivitas, se vistió con sacos y con azotes y disciplinas fué en procesión flajelándose crudamente las espaldas.

        Dio lugar la devoción exagerada á la secta de los flagelantes, quienes en tropa ó montón, desnudos hasta la cintura, se disciplinaban hasta hacer correr la sangre, los que publicaban en el bautismo de ella borraban todos los pecados. Los desórdenes que ocasionaron con la penitencia hicieron al papa Clemente VI suprimirla".

        Parece ser que en España introdujo esa manera de ataviarse para hacer penitencia y acompañar las procesiones, San Vicente Ferrer (1350- 1419), el santo valenciano fustigador intenso con sus predicaciones de herejías, que fue el que los hizo "vestir túnica blanca llevando cubierto el rostro".

        Pinturas antiguas así como grabados dan cumplida cuenta de cuanto aquí se expone.

        Las cofradías de penitencia con su carga de flagelantes se establecieron en Italia, Francia, Hungría y España, "vistiendo de diversos colores el saco o túnicas, con capirotes bien del color de ella, bien distinto, llevando, pero sin usar, los zapatos de cáñamo á la cintura como signo de penitencia..."siendo este el origen de la cuerda o  el cordón o cíngulo que en la actualidad se colocan los penitentes alrededor de la cintura.        

        Parece ser que al rey de Francia Enrique III visitó en Avignón al papa y vio la cofradía de los penitentes blancos en 1.596. Hay que hacer notar que la cronología de este rey no coincide  con esta fecha pues su biografía nos habla de unas relativas a 1.551-1.589, pero ahí dejamos la observación como cosa anecdótica y sin mayor importancia teniendo en cuenta la escasa escrupulosidad de los antiguos para estas cosas de las fechas y anteponiendo a todo la maravilla de las "leyendas doradas".

        Pues según la misma nota fue este monarca el que a su regreso a París estableció en los Agustinos una cofradía bajo el título de Ntra. Sra., formando parte de ella los príncipes y grandes de su corte, asistiendo a las procesiones que organizaban con una túnica larga de lienzo de Holanda y un capirote muy puntiagudo "y en la espalda izquierda sobre fondo de terciopelo leonada una larga cruz de sarga blanca...".

        Las mismas fuentes citan como muy notable la procesión que el rey acompañó y que saliendo de los Cartujos de París hizo estación en Ntra. Sra. de Chartres regresando luego a su templo.

        En nuestro país fueron célebres las que organizó y presidió el mismísimo rey San Fernando, para "castigo de albigenses".

 

Ángel Mozo Polo

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