-

 
 

ARTÍCULOS DE CÁDIZ COFRADE 

 
 

 Plata Meneses y la Cofradía de la Buena Muerte

   Bien es sabido que parte de la historia ya vivida de nuestras cofradías y de la propia Semana Santa gaditana se sigue escribiendo en la actualidad con actuaciones de investigación en archivos y hemerotecas que permiten componer piezas deslavazadas y momentos inéditos de las corporaciones nazarenas y de gloria. A continuación vamos a intentar encajar uno de esos episodios que, por circunstancias, se perdieron en tiempos pretéritos, no conservándose apenas documentación alguna, aunque si datos dispersos que nos han podido dar las pistas oportunas para cerrar el círculo de esta pequeña historia cofradiera.

La hermandad de la nos ocupamos es una corporación con algo más de un siglo de vigencia que vivió incluso un pequeño periodo de postración, y que a partir de ahí, con un radical cambio de estética, se convirtió en una de las cofradías más devocionales de la ciudad y muy conocida fuera de nuestra orbe gracias a su portentoso titular, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte.

   

Si bien su fundación en 1894 se apoya, precisamente, en la destacada y popular devoción al crucificado agustino, su precursor más importante, Don Cayetano del Toro, prioste entonces, muestra interés dos años después por que la corporación rinda también culto a la Virgen María en advocación dolorosa. Para ello adquiere a la Junta de Procesiones una imagen que se denominaría inicialmente como Virgen de las Angustias y que posteriormente se advocaría como Nuestra Señora del Mayor Dolor, un conjunto escultórico que representa el misterio de la Piedad  y que provenía del taller de Olot en Gerona.

En un artículo publicado en 2010 por el entonces Hermano Mayor de esta corporación, Joaquín Fernández-Repeto y Valls, en la desaparecida revista cofradiera ‘Carrera Oficial’ titulado ‘Vicisitudes de la advocación del Mayor Dolor’, apunta que el Prioste, en 1898, aprueba la ejecución de un camarín y de un paso para este misterio. Sabemos que se concluye gracias a la publicación de los Estatutos de la Hermandad en 1905 en los que se presentaba el patrimonio de la Cofradía que comprendía, entre otros elementos, la Imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor, las andas de plata, el Sol eléctrico y el paso, aunque a fecha de hoy  la penitencial desconoce la procedencia de estos enseres y también su destino posterior.

 

Gracias a la hemeroteca histórica, hemos podido averiguar cómo y cuándo se encargan estas andas, que fueron estrenadas en 1905, y que procesionaron apenas una década, justo hasta la desaparición del recordado alcalde gaditano.

En Julio de 1904 Don Cayetano promueve, mediante suscripción popular, la adquisición de acciones a 30 pesetas reintegrables a voluntad del suscriptor para la confección de las andas de plata y el sol eléctrico para el paso de la Virgen. Con ello, sospechamos que ya el proyecto estaba en marcha y probablemente los autores del mismo contratados para darle forma. Entre los donantes más destacados encontramos, por ejemplo, al propio D. Cayetano y a D. Enrique del Toro, a D. Francisco y D. Miguel Aramburu, a los señores de Casa Recaño, a Doña Ana de Viya, a D. Antonio Martínez de Pinillos, a la Señora Viuda de Iraola, o a entidades como la Sociedad de Aguas o la Sociedad económica Amigos del País.

   

La pieza más importante de este puzle la encontramos en la hemeroteca histórica con fecha  29 de julio de ese mismo año. Por aquel entonces se trasladan hasta la Iglesia de San Agustín el jefe y representante en Sevilla del taller de Meneses Hermanos, Don José Navarro y Don José Martel, respectivamente, para, junto al Prioste y Mayordomo de la Cofradía, rectificar las medidas tomadas previamente para la ejecución de las andas de Nuestra Señora del Mayor Dolor. En esta visita se descubre el estilo de las mismas, que serían góticas, y llevarían figuras simbólicas de la Pasión y el escudo corporativo en el centro. Así mismo, el redactor señala que se estrenarían en la venidera Semana Mayor, aunque no hemos podido verificar ese dato.

Efectivamente, en enero de 1905 la prensa anuncia que se exhibirán en el establecimiento propiedad de los Señores Martínez en la calle Ancha las andas de plata de la Cofradía de la Buena Muerte, reflejando la nota que ‘son muy artísticas y  de estilo modernista’.

Los gestores de la Corporación del Viernes Santo habían puesto su confianza en un taller de orfebrería fundado en 1840 y que contaba de gran prestigio a nivel nacional, después de unos inicios centrados en cometidos menos propios del carácter religioso con el que obtuvo su renombre años después. No en vano, su expansión primero con delegaciones por toda España, llegaron a extenderse hasta la Habana o Manila. La central de esta empresa estaba situada en una finca construida en la madrileña Plaza de Canalejas, hoy día perfectamente conservada, y las siguientes en abrir fueron en Valladolid, calle Santiago 72, en Barcelona en la calle Platería, luego en la calle Ferrán y, posteriormente, en la calle Fernando VIII 19 y en Bilbao en la calle Bidebarrienta 7. En Sevilla su ubicación se fijó en la céntrica calle Sierpes, 8. Todas éstas ya estaban operativas en 1878. Fue, y es -sigue vigente como C. Meneses- una empresa prolija y prolífica, aunque con los tiempos no se haya valorado en su justa medida pues como ocurría con el  de Olot en talla, su producción –hoy día también tienen oficiales de restauración- fue de serie en su mayor medida.

 

 

Siguiendo la pista de este paso, y como advertimos anteriormente, en 1915 deja de procesionar, y si bien sabemos que la Virgen del Mayor Dolor tuvo como destino el Convento de Santa María donde hoy día continúa expuesta a la veneración de fieles y devotos, las andas tuvieron un desenlace desconocido, que ahora podemos despejar, con las reservas que ello conlleva a falta de disponer de documentación que lo certifique.

En efecto, parece que tras caer en desuso, la cofradía de la Buena Muerte pudo vender o ceder el paso a otra entidad religiosa para utilizarlo en el culto externo. Por aquel entonces, concretamente en 1922, se formaba una asociación en torno al culto de la Medalla Milagrosa, que estuvo procesionando desde la Iglesia de San Antonio durante unos años en unas andas similares a las estudiadas, de la que también se desconoce su procedencia, y que la Archicofradía de la Resurrección, Jesús Atado a la Columna y María Santísima de las Lágrimas lo recuperaba para efectuar el ejercicio del Vía Crucis en la tarde del Viernes de Dolores con la imagen de Jesús Nazareno del Patio o para la procesión de San Judas Tadeo en el mes de octubre. La última reforma se produjo con vistas al Vía Crucis General de las Hermandades que presidió el Señor de la Columna en la Cuaresma  de 2015. No deja de ser una mera suposición, que esperamos pueda ser esclarecida en futuras investigaciones, pero la posibilidad de que efectivamente sean las mismas, y no tengamos constancia de otras similares en nuestra ciudad, nos invita a confiar en esta atribución.

 

 

Amén del paso para la Virgen del Mayor Dolor de la Buena Muerte, la delegación hispalense fabricó y distribuyó numerosas piezas en nuestra provincia. Destacamos unos candelabros encargados en 1891 por la Cofradía de la Piedad de Cádiz para su paso procesional,  el actual misterio de la Hermandad del Mayor Dolor de Jerez de la Frontera -si bien se ejecuta en Valencia, lo adquiere el Marqués de Alboloduy, entonces Hermano Mayor de la corporación, en el despacho de Meneses en la sevillana calle Sierpes, y lo deposita en la Iglesia de San Dionisio, conformando el misterio de Ecce Homo- en abril de 1892,  unas lámparas para el coro de la Iglesia de Santiago de Jerez, instaladas en las vísperas de la Navidad de 1893, la Virgen del Desamparo y la imágenes de San Pedro y los sayones de la Hermandad del Prendimiento de Jerez, traídas desde el taller que tenían en Valencia, así como los dos pasos de esta penitencial, fabricados en plata en el establecimiento de Meneses de Sevilla, todo ello estrenado en la Cuaresma de 1894, la custodia de Puerto Real de 1899, una ráfaga y peana para la Virgen del Rosario de la Parroquia de Santo Domingo de Sanlúcar de Barrameda, donada por varios devotos, y estrenadas el día de su festividad en 1900, y un trono para la Virgen de Guadalupe, patrona de la localidad serrana de Algar, ofrendado en 1902.  

Algunas de estas piezas se mantienen vigentes, otras en desuso, y en el peor de los casos, perdidas o desaparecidas y que vuelven a forman parte, gracias a la investigación, de un pequeño episodio de la dilatada historia cofradiera gaditana que atesoramos cada vez con más celo y que tanto nos apasiona y nos cautiva.

Texto : Jesús Sánchez Pavón.

Queremos dar las gracias al investigador Antonio de la Rosa, al hermano de la Archicofradía de Ecce Homo Juan Antonio Ramírez del Río, al hermano de la Archicofradía de la Resurrección Daniel González Cosío y al ex Hermano Mayor de la Buena Muerte Joaquín Fernández-Repeto y Valls por sus apuntes e ilustraciones facilitadas para la conclusión de este trabajo.

 
 

VOLVER

INDICE DE CAPITULOS