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"Proclama mi alma la grandeza del Señor..." (Lc. 1, 46-55)

 
   
       
        Semana Santa en la Provincia

       

Semana Santa de Jerez:

Una bella expresión de Patrimonio y devoción 


Manuel Sotelino

Cofrade de la Hdad. de las Cinco Llagas y María Stma. de la Esperanza de Jerez. 

Fotografías de Jesús Manuel Sánchez Pavón

   

   Escribir sobre la Semana Santa de Jerez en unas breves líneas es como querer introducir la inmensa agua del mar en el boquete de la playa, por usar una expresión jesuítica. Son tantos los detalles, los contenidos y las fuerzas devocionales…, tanto el patrimonio conjunto y tanta y fecunda la historia de sus cofradías…, que resumir aclarar o presentar todas sus aristas es prácticamente una misión imposible.

       Sin embargo, un esbozo o la esquina del maravilloso paño que conforma la Semana Mayor de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jerez de la Frontera es una misión algo menos dificultosa. Así que dispongámoslo a realizar en breves líneas un boceto de tanta carga artística y tradicional religiosidad. Corramos, por tanto, el telón de las cofradías jerezanas y enseñemos sus principales encantos como prolegómeno a una de las fiestas más importantes ya no sólo de la ciudad sino también de la Iglesia en general que celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo que, fundamentalmente, es lo esencial.

       La estructuración de Semana Santa de Jerez viene ya dada por la tradición de muchos siglos de cofradías en las calles. Sin orden ni concierto, las hermandades salían a la calle en el día estipulado y acometían su estación de penitencia por las calles de la collación cercana, llegando, por aquel entonces, a lo que era la Colegiata –ahora, y desde que Jerez pasó a ser Diócesis independiente de la Archidiócesis de Sevilla, Catedral de la ciudad-. Fueron los primeros años cuarenta cuando cofrades inquietos como Manuel Martínez Arce o Juan de Mata se recrean en dar una organización a los desfiles procesionales e incorporan a los días de Semana Santa la Carrera Oficial. Actualmente son treinta y cinco las cofradías las que salen a la calle y que en el año de 2007 harán en su totalidad su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, pues tres de ellas de reciente nombramiento salían por las calles de sus respectivos barrios en la jornada del Sábado de Pasión. La incorporación de estas tres cofradías, a saber: Consuelo, Soberano Poder y Redención, hará que suba la media de hermandades en las calles en cada jornada y pasaremos de una media de cuatro cofradías a cinco en cada día de la Semana Santa, lo que será todo un logro en cuanto a aportación de los distintos distritos de la ciudad que prácticamente se sienten representados con su hermandad, pero que contribuirá, sin duda, al mayor cansancio del “capillita” de turno incapaz de satisfacer su voracidad cofrade y que campea a sus anchas por cada esquina con cierto encanto a la hora de que llegue una Cruz de Guía.

       Tanto desde el punto de vista patrimonial como devocional, la citación aquí y ahora de un rosario de riquezas dilataría hasta el hartazgo los numerosos perfiles “semanasanteros” de un Jerez que se echa a la calle en sus días mayores. Desde el encanto de una cofradía como La Borriquita con su valioso paso de misterio de José de Ovando que tallara allá por los años cincuenta hasta la meritísima urna de plata que hiciera Juan Laureano de Pina y que porta al Cristo Yaciente de la cofradía de La Piedad, todo un prodigio de destellos artísticos y barrocos se pasean cada día por las calles jerezanas. El paso de palio de El Desconsuelo, obra de Juan Manuel Rodríguez Ojeda que marca un antes y un después en la concepción de este tipo de pasos y que bordara para la sevillana cofradía de La Amargura, la maravillosa imagen del Santo Crucifijo de la Salud, obra de Juan de Arce, la importantísima imagen de la Virgen de los Remedios, talla anónima del XVII, el Prendimiento de Santiago que ruge cada Miércoles Santo y sabe a seguiriya gitana del barrio de Santiago, el paso de palio de la Paz en su Mayor Aflicción que transcurre por el barrio de los toreros, la majestuosidad y la dimensionalidad del Descendimiento con su bonita Virgen de la Soledad bajo palio, Nuestro Padre Jesús Nazareno por la Noche de Jesús –en Jerez, la “madrugá” se le denomina de esta forma-, los encantos de hermandades como la reciente de El Consuelo, Las Llagas, la Vera Cruz o el siempre desafiante y bello avanzar del paso de misterio de la cofradía de la Cena, quintaesencia del barroco que en su día tallara Castillo Lastrucci, son algunos de los detalles de una Semana Santa con mayúsculas. Cada día de la Semana Santa, una joya se pasea por Jerez.

 

Sto. Crucifijo de la Salud (San Miguel)

Virgen de las Lágrimas (S. Juan de los Caballeros)

        En cuanto al arrastre devocional, debemos decir que Jerez es más “cristifera” que mariana, aunque también haya devociones marianas de indudable valor como la Esperanza de la Yedra que cada Noche de Jesús sale de su barrio de La Plazuela. Jerez, cada año, mira de frente al Cristo –de la Expiración- cuando se levantan los primeros vientos fríos del Viernes Santo y que nos recuerda que el velo del templo está a punto de rasgarse. Y El Cristo asoma desde su ermita de San Telmo y respira a Jerez puro, a retama y a geranio, y navega sobre los hombros de sus cargadores que lucen ese día sus negros bacalaos en una tarde de tanto luto. El barrio y Jerez entero se vuelca con El Cristo y le jalean porque El Cristo está vivo, y seguirá viviendo resucitado sobre el patíbulo de la Cruz. Y Jerez se identifica con el Señor Caído de San Lucas. Un Señor de las Tres Caídas que lleva un mar de pueblo tras su paso de caoba. Y Jerez se entrega entero ante el Nazareno enhiesto de la Vía Crucis cada madrugada santa. Un nazareno elegante que avanza callado llevando mansamente el peso de la Cruz. Jerez, se ve reflejado en los bellos perfiles de la Virgen del Amor y Sacrificio, castellana y sobria cofradía del Lunes Santo.

       No puedo más que dejar al lector con tanta inmensidad, imposibles de describir en estos torpes renglones. Tan sólo invitar a todos aquellos que sientan una mínima curiosidad, a que visiten Jerez en sus días de Semana Santa. Nuestra Semana Mayor, afortunadamente y por el momento, todavía se puede ver a pie de calle con comodidad. Sus cortejos de nazarenos no son exageradamente largos y siempre se encuentran calles bellas donde no hay aglomeraciones de gente. Invito al lector a acudir a Jerez y probar sus “torrijas” o el arroz con leche, y seguir la estela de un paso de palio al son de Amarguras o de Los Campanilleros. La de Jerez es una Semana Santa hija de la de Sevilla, vocación filial heredada de cuando la ciudad perteneció a la Archidiócesis Hispalense. Es una hija aventajada, es una bella discípula de la Madre y Maestra. Es una alumna  que ha tenido acceso a los más íntimos secretos y que sabe adornarlos con su propia identidad. La personalidad de un pueblo como el jerezano que, en materia de Semana Santa y cofradías, también sabe un rato.

Virgen de la Esperanza (San Francisco)

El Cristo de la Expiración (El Valle)

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